GANADERÍA Y NATURALEZA

“Para ver el campo hay que hacerlo con el alma. Y entonces comenzamos a visualizar lo que sucede en forma insensible para muchas personas”

Verónica Ruiz Nolf, Gerente de la Corporación de la Carne (Corpcarne)

Pasaron las Fiestas Patrias y muchos retoman su vida cotidiana después de unos días de vacaciones. En el campo, sin embargo, el trabajo ha continuado silenciosamente, uniéndose en forma armoniosa con el verde telón de fondo, salpicado por las refrescantes aguas que bajan atropellando entre sus gotas los recodos volcánicos y los sueños generosos. Hola entre la niebla y la montaña siempre podemos divisar las siluetas del ganado que tan bien conocemos; el crujir de las quillas que anuncia de aquí que nos falta. Reconocemos cada piño de animales por la forma en que se mueve, la manera en que olfatean el aire a la espera de su ración de forraje. Porque para ver el campo, hay que hacerlo con el alma. Y entonces comenzamos a visualizar lo que sucede en forma insensible para muchas personas. Solo si nos detenemos a observar desde la carretera, podremos ver cómo junto los vacunos que pastan concentrados en su pradera, también caminan relajadas bandurrias y garzas, mientras los treiles nos delatan con su vuelo rasante. Al mirar con más detención podremos ver otras pequeñas aves en los cercos y en los matorrales. Y si tenemos la suerte de caminar al atardecer, probablemente también encontremos algún pequeño pequén que nos mire soñoliento, sin siquiera inmutarse con nuestro paso.

Recolectando material audiovisual paralizar algunos vídeos, he podido observar cómo los ganaderos muestran con orgullo las zonas que tienen delimitadas: la puntilla del zorro, la Laguna donde viven los coipos y las visitas de pudúes a recovecos boscosos protegidos, son solo ejemplos. Y quienes realizan estas prácticas no son personas aisladas, sino muchísimas familias que se han fundido con su entorno.

Como cadena productiva debemos encontrar la forma para cohesionar esta mirada ya hacer partícipes a otros, para que el mundo rural y la vida urbana puedan encontrarse y comprenderse. Y de esta forma valorar más a nuestro Chile, que nos da la posibilidad de contar con una ganadería que permite que los animales crezcan sanos, coexistiendo con animales silvestres y bosques nativos. Porque junto a un vacuno hay vida…