Cuando se habla de la concentración económica en diferentes rubros, el agro muestra una interesante diferencia: de acuerdo al último censo agropecuario (INE) casi 94% de las Unidades productivas son PERSONAS NATURALES. Son chilenos, son familias, son habitantes rurales que aman su tierra.
Sin embargo, cómo no preocuparnos de que sólo el 21% de los hombres y un 25% de las mujeres sean personas menores de 49 años. Casi el 40% de nuestra población rural que produce en el campo es mayor a 65 años. Es un contrasentido, porque son personas que deberían estar pensando en retirarse, en disminuir el ritmo de acuerdo a las energías, y cuyos hijos van migando del campo a la ciudad.
Una política de incentivo a la producción interna necesariamente debe mirar a mediano y largo plazo con quiénes producirá los cambios deseados. Parece un desafío que no logra encontrar una solución suficientemente motivadora para las nuevas generaciones. Algunas mediciones infieren que en nuestra región sólo un 3% de los clientes de INDAP serían menores de 35 años.
Un punto que puede ayudar es MODERNIZAR LA LEY ORGÁNICA DE INDAP.
Primero, el monto de activos para clientes INDAP debe subir su techo de 3.500 a 10.000 UF, única manera de contrastar el alza de contribuciones.
Y cambiar requisitos de entrada para jóvenes para su calidad de clientes de INDAP.
Premiemos el esfuerzo por estudiar carreras agropecuarias. Fortalecer modelos de negocio, robustecer el apoyo para emprender son una herramienta valiosa para jóvenes que ven en el campo una posibilidad de desarrollar su futuro.
Columna de opinión
Sergio Willer, Presidente de la Corporación de la Carne.